Cine israelí

11/Ago/2010

Cine israelí

Por Giuliana AlpernPara muchos la cinematografía israelí nos pueda parecer casi desconocida, sin embargo, en los últimos años, Israel ha producido una serie de películas de gran calidad que reflejan la complejidad de un país situado permanentemente en el ojo del huracán, vista con mucha honestidad, no exenta de autocrítica y, muchas veces, con una buena dosis de humor. De manera que rompiendo con prejuicios y estereotipos, nos permite comprender mejor la situación en el Cercano Oriente, más allá de la información de los noticiarios y acercarnos a sus habitantes con una mirada transparente y lúcida de un grupo de directores de cine jóvenes y muy creativosNacido en Nueva York hace 42 años, pero radicado con su familia en Israel desde bebe, Eytan Fox despertó un creciente interés en el circuito internacional de cine arte.En “Caminando sobre el agua” -un guión escrito por su esposa Gal Uchovsky- incursiona, en una compleja historia que vincula lo íntimo con lo político, el presente con el pasado, la violencia propia del fanatismo con la posibilidad del entendimiento y la redención.Un intento poco habitual para entender el papel del pasado en la vida de los jóvenes israelíes y alemanes. “Caminando sobre el agua” es un viaje contemporáneo desde Jerusalén a Berlín.Eyal es un asesino profesional del Mosad, el servicio secreto israelí a quien le encargan que localice a Alfred Himmelman, un ex oficial nazi que, al parecer, sigue vivo. Eyal investiga a Pia, la nieta de Himmelman, que se mudó a Israel después de romper con su familia en Alemania. Eyal se hace pasar por guía profesional y aprovecha que Axel, el hermano de Pia, se fue a Israel, para enseñarle Jerusalén y las orillas del mar Muerto.Aunque los dos hombres tienen personalidades muy diferentes, Eyal, un hombre duro por naturaleza, se deja conquistar por las ideas liberales y el inagotable entusiasmo del joven Axel. Una incómoda tensión surge entre los dos hombres cuando Eyal descubre que Axel es gay.Axel regresa a Alemania, pero el Mosad sospecha que Himmelman podría salir a la luz para asistir a la fiesta de cumpleaños del padre de Pia y Axel. Eyal decide ir a Alemania donde para encontrar a Axel y de esa forma saber más acerca de su familia.Un signo indiscutible de la madurez alcanzada por el cine israelí actual es su continua revisión crítica de temas antes inabordables, evocados apenas de soslayo, cuando no totalmente ignorados. Caminando sobre el agua (Walk on water) combina precisamente una historia intimista –la amistad entre Eyal, un agente secreto israelí, y el joven homosexual alemán, Axel, cuyo pasado familiar debe investigar–, y el fresco de una nación moderna, plural, de laicismo y tolerancia crecientes, que enfrenta viejos dilemas morales con posturas muy novedosas. El popular actor israelí Lior Ashkenazi encarna al perplejo Eyal, un violento agente secreto que luego del suicidio de su esposa comienza a descubrir la ternura y la intensidad afectiva, justo en medio de una dura misión que debiera cancelar toda expresión de los sentimientos. El personaje es tan ingenuo como las mismas resoluciones que propone la historia narrada, y sin embargo no hay en el film una nota falsa en el diseño de personajes y en la sutileza con que se exponen la ambigüedad erótica y el deseo de plenitud sentimental que exhiben los personajes centrales, Eyal con su candor y nerviosismo; Axel con el desparpajo de una marginalidad sexual bien asumida. A la intransigencia brutal del primero (deseoso de aplicar la Ley de Talión a los palestinos que considera animales), responde el espíritu de tolerancia del segundo que sabrá aplicar la justicia en el momento oportuno, con un vigor inesperado. Caminando sobre el agua, parábola del Mar Muerto como punto de encuentro de personalidades antagónicas encaminadas a una identificación liberadora, es una cinta inteligente y sorprendente, cuya capacidad de entretenimiento no requiere de fórmula comercial alguna para cautivar a sus espectadores.El discurso narrativo de Fox muestra las secuelas del Holocausto que todavía perduran en Alemania e Israel, invoca la necesidad de superar viejos prejuicios anacrónicos y la asunción de la cultura de la comprensión, la tolerancia y el respeto mútuo. También se ocupa, con dolor, del donflicto que enfrenta a judíos y palestinos. Trata, además, de las relaciones entre hombres heterosexuales y homosexuales. La agresión de cuatro “drag queens” agredidos por un grupo neonazi en los pasillos del metro en Berlín mueve a Eyal a intervenir hasta poner en fuga a los agresores. Muchas cosas han cambiado ya en él y muchas pueden y deben cambiar en Alemania, Israel y Palestina.